lunes, 16 de noviembre de 2009

TURISMO EN RIBERALTA



Disfrute del encanto de una maravillosa tierra selvática
RIBERALTA
David Bernal P.


Riberalta, la pujante, hermosa, progresista y floreciente capital amazónica de Bolivia, enclavada en la confluencia de los colosos de aguas turbias: el Beni y el Madre de Dios; serpenteantes corrientes que se descuelgan de los macizos andinos de Bolivia y Perú, abre sus brazos para que, con su tradicional hospitalidad, lleguen hacia ella los turistas y viajantes nacionales y extranjeros.

Al característico verde del follaje amazónico circundante se suman infinidad de atractivos de fauna y flora, así como una veintena de laboriosas industrias castañeras y similar número de procesadores de madera, que en su conjunto significan ingresos para el estado en el orden de los 80 millones de dólares.

Si la intención del visitante es relajar el espíritu y hacerlo en medio de la tropical temperatura que supera los 30 grados centígrados, nada mejor que aprovechar su infinidad de restaurantes típicos e internacionales, donde sobresale el pescado en sus diferentes variedades y con especies nativas como el Pacú, el Pintado, el Tucunaré y el siempre delicioso Paiche.

A ello se suman los exquisitos licores regionales a base del Cupuazú, así como los refrescantes batidos y refrescos a base de las frutas de estación, con la siempre relajante “leche de majo”, preparada después de machacar los frutos de una palmera que sólo crece en esta ubérrima selva.

Los hoteles se abren en medio de la vegetación y al abrir las ventanas al amanecer cientos de pájaros dan la bienvenida al nuevo día, como cantando sinfonías de esperanza y alegrando el espíritu, siempre abierto a los desafíos y la búsqueda del progreso y desarrollo.

SITIOS DE INTERÉS TURISTICO EN RIBERALTA Y LA REGIÓN

Cachuela Esperanza.- La villa de la extinta “Casa Súarez”; centro de la actividad económica del emporio creado por Nicolás Suárez Callaú, renace por el esfuerzo creador de sus propios hijos. En la actualidad se remozan las viviendas de 1900 y en estos lugares se erigen museos, establecimientos educativos y el propio hospital de la comunidad.

El gigantesco “tumbo”, con cachuelas de gran diámetro, semeja un testigo vívido de la época de esplendor, aguardando que la visionaria estrategia de los gobernantes pueda coronar con éxito la construcción de una hidroeléctrica, como firme paso hacia el desarrollo que requiere toda la región amazónica.

Cualquier época del año es buena para visitar Cachuela Esperanza. En toda época se disfruta del Dorado, el Pacú o el Pintado, pero en agosto y septiembre cientos de “Yatoaranas” suben las cachuelas para desovar y se convierten en el más exquisito plato de la culinaria criolla.

Ni qué decir de la Semana Santa, donde el recogimiento religioso en la pintoresca capilla, erigida sobre una gigantesca piedra, permite también acomodar el gusto al pescado frito o sudado, en cualquiera de las cabañas construidas en las orillas del río Beni, frente a la cachuela central y su magnífica caída de varios metros.

Tumichucua.- Isla de Palmeras, con el sentir de su raza tacana; en el contorno de la isla transparentes aguas coloreadas cual zafiro, irradiando diamantinos reflejos, mientras los sonidos de la selva se entremezclan y en su ribera las vistosas cabañas construidas en la década del 60 por los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano.
Un locro de gallina criolla, un majadito carretero y el infaltable pescado frito o sudado, son el atractivo permanente para el turismo interno, avivado con la gigante piscina natural, ideal para deportes del clavado, la natación y el canotaje. Los pobladores mantienen limpia la laguna y no permiten la utilización masiva de motores a combustible.

Los cercanos 25 kilómetros que la separan de Riberalta, permite la conjunción de varias actividades. Desde el retiro en el “Centro San Luis” para participar de un seminario hasta la diversión en su cabaña comunal, al lado de un balneario abierto a todo público.

Balneario El Prado

A 7 kilómetros de Riberalta, sobre la carretera a Guayaramerín, actual asiento de la escuela de selva del ejército boliviano y de los boinas verdes de la amazonía. Un agradable sitio que invita al descanso acogedor y al baño reparador; por un lado en la laguna “Elisa”, cuyas aguas están contenidas y reguladas por una pequeña represa y por el propio arroyo “El Prado”, con aguas transparentes que adquieren el color verde de la selva circundante. Cada día cientos de bañistas se dan cita en “El Prado”; más adentro en el arroyo los pescadores deportivos y por un recodo decenas de lavanderas que le dan un tono pintoresco al agradable sitio.

Balneario “La Esmeralda” o Aquiles

Bautizado así por el lenguaje popular en referencia al nombre de su propietario, un suizo que dejó las escarpadas cumbres helvéticas para trasladarse hasta la amazonía e invertir en producción agropecuaria y turismo.
Cada día de este lugar sale la más exquisita variedad de yogures con la característica propia del “Gringo” Aquiles, además de la leche fresca que alimenta cientos de hogares riberalteños.

La fama del lugar trascendió lo estrictamente local y en la actualidad muchos viajeros prefieren ocupar una cabaña en los alrededores de la laguna artificial construida en el centro de la propiedad, sin mayores problemas para desarrollar sus actividades en la cercana ciudad que está apenas a unos 10 kilómetros de distancia.
Churrasqueras familiares esperan a los visitantes, en medio de un ambiente diseñado para compensar la diversión con el descanso reparador.

Sitio Arqueológico Las Piedras

Ubicado en la sección municipal del mismo nombre, en el vecino departamento Pando, a pocos kilómetros de Riberalta. Se llega al lugar apenas al cruzar el majestuoso río Beni y se combina el encanto y esplendor de la selva amazónica y sus impotentes árboles de Bertollethia Excelsa o almendros de gran tamaño que alojan el sabroso fruto de la nuez, tan apetecida en los mercados de la lejana Europa.

En el área se observan promontorios de piedras y existe la sospecha, bien fundamentada en evidencias científicas, que hasta aquí llegaron las legiones incas en su afán de trascender la montaña y asegurar más territorios en el misterioso Enin o el reino del Gran Paititi.

Una motocicleta de alquiler con bajo costo es la herramienta más accesible y fácil para llegar hasta Las Piedras. En la localidad se encuentran guías experimentados y para descansar existen en el vecino Puerto “Gonzalo Moreno” acogedoras cabañas y muy buena comida típica a base de pescado, principalmente, y ni qué decir de las frutas de estación donde sobresale la toronja que abunda por doquier.

Riberalta, la ciudad mágica en la amazonia

Llegar a Riberalta es sumergirse en la magia de la selva amazónica y sus misterios. En las noches riberalteñas, pese a la modernidad, todavía se escucha el rasgar de las añejas guitarras acompañando al bohemio trasnochador; sus ancianos relatan viejas historias de las leyendas de tiempos idos, en el auge del caucho y las libras esterlinas.
Su juventud alardea de las conquistas deportivas que la mantienen en sitial de privilegio en el Beni y el país; en su puerto el bullicio de los estibadores cargando las grandes embarcaciones que surcan sus majestuosos ríos, con su gente alegre, cariñosa y hospitalaria.

Venga a Riberalta y sea parte del encanto de esta tierra, centro geopolítico en la gran amazonia y capital industrial del Beni y la región norte del país.

TURISMO EN RIBERALTA


AVENIDA BENI-MAMORE DE LA CIUDAD DE RIBERALTA


La avenida Beni-Mamoré es una de las avenidas más largas y anchas de Bolivia, considerando su ubicación dentro de una misma ciudad. Su longitud inicial era de 3 kilómetros, pero a medida del crecimiento poblacional y el nacimiento de nuevos barrios y urbanizaciones se fue extendiendo hacia el cuadrante naciente, creciendo hasta los 7 kilómetros y medio, inclusive.

El villorio de Riberalta, con apenas mil habitantes permanentes y unos mil flotantes alrededor del año 1900, no tenía un trazo definido y su plan regulador era inexistente, creciendo sin mayor planificación al azar de los asentamientos favorecidos con el auge de la explotación cauchera en todo el norte del país.

Luego del Guerra del Acre y los tratados firmados con la República Federativa del Brasil, los villorrios continuaron su frenético crecimiento incluido Riberalta y la propia frontera en el denominado Puerto Sucre, hoy la ciudad de Guayaramerín.

Como consecuencia de la guerra y la firma del Tratado de Petrópolis, el vecino Brasil se comprometió a poner en marcha el ferrocarril Madeira –Mamoré, extendiéndose desde el territorio de Porto Velho, punto de colonización cauchera en el estado de Amazonas, hasta la frontera con Bolivia en las Cachuelas de Guayaramerín y desde allí en una extensión de 90 kilómetros hasta Riberalta y el río Beni. Es decir uniendo las riberas de los ríos Mamoré y Beni, esto incluía la construcción de un puente internacional en la frontera.

En el marco de este proyecto las autoridades de Riberalta dispusieron la inmediata habilitación del espacio urbano que permitiera el paso del ferrocarril, desde el cuadrante norte que abarcaba la ribera del río Beni, pasando por la plaza de armas en dirección sur hasta colindar con la estrada gomera que se extendía desde inmediaciones de la actual base aérea, por el arroyo que actualmente se encuentra canalizado. En los alrededores existían plantaciones de café, plátano y caña, principalmente.

El espacio habilitado dentro del plano urbano de Riberalta abarcaba 40 metros de ancho y mil metros de longitud, hasta la orilla del río Beni por un costado del cementerio general, creándose el Puerto Beni- Mamoré de nutrida actividad de carga, pesca y comercio. De ahí el nombre con que fue bautizada esta vía, lista para asentar los durmientes del ferrocarril Madeira – Mamoré- Beni.

En la década de 1940, pese al fracaso del proyecto ferrocarrilero, las autoridades encargaron al proyectista argentino Juan Alberdi el delineamiento de los trazos urbanos de Riberalta y la puesta en marcha de un sistema regulador que permitiera un crecimiento armónico y sostenido de la población.

Alberdi delineó los actuales patrones urbanísticos de Riberalta, con un sistema de damero perfecto y amplios trazos destinados a futuras avenidas que eviten problemas en el tráfico vehicular, además de permitir la ornamentación central que mitigue los efectos del calor tropical reinante durante gran parte del año.

Es ahí que la Av. Beni –Mamoré se convierte en la intersección principal de estos trazos en la nueva planimetría de Riberalta, manteniéndose sin modificaciones hasta la década del 70 aproximadamente.

Durante la gestión de la alcaldesa Elena Velasco de Urresti, en la década del 70, se efectúo una gran movilización de maquinaria desde la vecina República del Brasil, procediéndose a la limpieza, canalización, apertura y ripiado de calles y avenidas en la ciudad. En agradecimiento a este gesto la comuna y las principales autoridades y dirigentes de la ciudad dispusieron que la avenida se convierta en Avenida Brasil, en una extensión de 2 kilómetros y medio, unos 200 metros delante de lo que se conoce como mercadito San José.

Con la vigencia de la democracia municipal, desde 1987 aproximadamente se volvió a nombrar dicha avenida con su nombre histórico de Beni-Mamoré, aspecto que se mantiene hasta la fecha, sin mayores modificaciones. En 1991 el entonces alcalde Oscar Giese Villavicencio efectuó trabajos de limpieza y ripiado de la avenida, extendiendo su longitud desde el denominado “Siringalito”, hasta la parte posterior de la unidad educativa ELIM y un arroyo que cruza sus inmediaciones.

En la actualidad se extiende hasta los nuevos asentamientos de los barrios Palmar, 11 de octubre, Palmera, Centenario, Tarumá y los accesos a la carretera a la comunidad Warnes. De sus 7 kilómetros, los primeros 6 están en proceso de asfaltado, con la habilitación de obras de arte, canalizaciones, puentes, sectores ornamentales y alamedas, iluminación, etc., con financiamiento del Gobierno Nacional.


(Extractado del texto Apuntes para una Monografía de Riberalta. Autor: David Bernal Parada.)